Os propongo estas medidas para minimizar los riesgos del sol:
El bronceado, aunque nos parezca signo de salud, es el resultado del daño solar. Debéis protegeros todos los días, aunque estéis morenos. Insisto mucho a mis pacientes en la consulta sobre este tema, un mensaje que los dermatólogos estamos intentando transmitir desde que hace diez años se descubrió el efecto de los UVA diarios en la piel.
Los fototipos I y II, que corresponden a las pieles blancas y pelirrojos, son los más sensibles, es decir, los que tienen más riesgo de quemaduras incluso con exposiciones cortas. Por lo tanto, deben protegerse más.
Evitar la exposición solar en las horas intermedias del día, entre las doce y las cuatro del mediodía.
El agua del mar, la arena de la playa y la nieve reflejan mucho la luz solar. ¡Cuidado estos días los que vais a esquiar porque la nieve refleja hasta el 80 por ciento de los rayos solares!
Estar a la sombra no nos protege, ya que nuestra piel seguirá recibiendo una cantidad considerable de radiación ultravioleta.
Ojo en los días nublados, porque aumenta el riesgo de quemadura.
La mejor protección son las medidas físicas, es decir, evitar la exposición directa. A esto nos ayuda la ropa, los gorros (mejor si son de ala ancha), las gafas de sol con cristales homologados, las sombrillas…
Aplicar fotoprotectores tópicos frente a UVA y UVB a diario para reducir los daños del sol en nuestra piel, no para aumentar el tiempo de exposición al sol.
No expongáis a los niños menores de seis meses al sol. A partir de esa edad ya se les pueden aplicar cremas protectoras.
Si estáis expuestos al sol, bebed agua en abundancia.
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