Muchas personas creen que la contaminación, polvo y polen, son los principales culpables de los ataques de asma en los niños. Sin embargo, los resultados de las investigaciones más recientes indican que la afección puede estar mucho más relacionada con lo que estos pequeños comen.
La idea de que un paquete de papas fritas puede ser peor para un niño asmático que la contaminación, no es completamente nueva. Durante años, varios países “entre los que se encuentran Estados Unidos, Gran Bretaña, Nueva Zelanda y Austria“ han centrado sus investigaciones en este aspecto. Además de establecer la relación, determinaron que no se trata de modificar un alimento en específico para favorecer a los infantes que padezcan de asma, sino de establecer una dieta adecuada a sus necesidades, que pueda protegerlos de la afección.
Aunque hasta ahora los hallazgos son realmente contundentes, es necesario que se realicen estudios adicionales que respalden, contra toda duda, la teoría. Por lo pronto, puedes ir adoptando hábitos alimenticios que puedan ayudar a tu hijo a combatir el asma. Sin embargo, ten en cuenta que nuestras sugerencias no son, en ninguna forma, una sustitución al tratamiento que ha sugerido el pediatra que trata a tu hijo, sino un complemento. Es más, cualquier cambio en el menú diario del niño debe ser consultado con él.
Frutas y vegetales para los pulmones
Hace algunos años, científicos estadounidenses se trasladaron a Arabia Saudita, para comparar la incidencia de niños asmáticos con los casos observados en grandes ciudades de Estados Unidos. La dieta de los países orientales – en contraposición a los occidentales– suele ser rica en frutas y vegetales: de ahí que los investigadores se interesaran en Arabia Saudita y no en un país latinoamericano, por ejemplo.
Los resultados fueron realmente asombrosos: aun cuando en las metrópolis se controlaban los factores de mayor riesgo para los asmáticos, los casos de asma eran tres veces más frecuentes en los infantes estadounidenses. ¿Podría encontrarse la diferencia en el consumo de frutas y vegetales? Los investigadores suponen que sí: aparentemente, estos alimentos son capaces de mejorar la función del sistema inmunológico de los pequeños.
Gracias a vacunas y cuidados higiénicos, los niños desarrollan cada vez menos infecciones, reduciendo drásticamente la labor del sistema inmune. Específicamente, la producción de células Th1 “encargadas de luchar contra las enfermedades“ se ve afectada y cuando algún agente extraño es reconocido por el sistema inmunológico, éste procede a crear células Th2, que aunque tienen la misma función que las anteriores, inflaman y dañan el sistema respiratorio, incrementando el riesgo de sufrir un ataque de asma.
Sin embargo, múltiples vitaminas y fitoquímicos encontrados en las frutas y vegetales, actúan como antioxidantes, reduciendo el estrés al que se someten las vías respiratorias cuando el sistema inmune reacciona contra una bacteria o virus.
Por lo general, los niños no tienen problemas para comer frutas (de hecho, probablemente tu pequeño tenga incluso sus favoritas), pero con los vegetales el cuento es otro. No obstante, es muy importante que los vayas introduciendo en su dieta.
Para que sea un beneficio, el niño debe consumir tres porciones de vegetales por día. Para los más pequeños (entre 1 y 6 años), una porción equivale a una cucharada de vegetales por cada año que tengan. Los más grandes necesitan un poco más: una porción es una taza de vegetales.
Déjalo que escoja: Acompaña las comidas con dos vegetales diferentes y permite que tu hijo seleccione aquel que más le guste.
No exageres con los aderezos: Mientras más salsas le añadas a una ensalada, más posibilidades habrá de que el niño se tope con un sabor que no le guste. Un toquecito de aceite de oliva es lo recomendable, a menos que al niño le guste un aderezo en particular.
Muéstrale el lado dulce de los vegetales: Si los cocinas a la plancha o parrilla, algunos vegetales (como las zanahorias o espárragos, por ejemplo) adquieren un sabor dulce que los hace más atractivos para los pequeños.
Más leche = más aire
Durante casi una década, los investigadores del Centro Internacional Para el Estudio del Asma y Alergias en la Niñez, en Nueva Zelanda, han analizado las dietas de 700 mil niños en 50 países. La conclusión a la que llegaron es realmente sorprendente: los infantes que llevaban una dieta rica en calcio, tenían menos probabilidades de padecer alergias y ataques de asma.
Por otro lado, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Nottingham en Inglaterra, concluyó que el calcio no es el único mineral capaz de beneficiar a los pequeños asmáticos: el magnesio juega un papel fundamental favoreciendo la actividad pulmonar y el flujo de aire. Ambos nutrientes se encuentran en la leche, por lo que es recomendable que el niño la consuma “junto con otros alimentos que contengan calcio y magnesio“ con regularidad.
Para que sea un beneficio, el pequeño de entre 1 y 3 años necesita 500 mg de calcio y 80 de magnesio. Si la edad oscila entre los 4 y 8 años, los niveles de calcio por día suben a 800 mg y los de magnesio a 130. Es importante que tu hijo obtenga sus requerimientos diarios de alimentos y no de suplementos vitamínicos.
La leche es tu mejor aliada, puesto que un vaso proporciona 300 mg de calcio y 34 de magnesio.
Otros alimentos a considerar, incluyen yogurt y queso (bajos en grasa si tu hijo tiene más de 2 años), así como cereales, vegetales verdes, caraotas y pescado.
Los alimentos bajos en grasa favorecen la respiración
En los ingredientes de múltiples comidas procesadas es posible encontrar aceite parcialmente hidrogenado. Este tipo de grasa comienza siendo poli insaturada con alto contenido de ácidos grasos omega-6. Pero, durante el proceso digestivo, nuestro organismo modifica la composición de la grasa, convirtiéndola en un ácido graso de gran beneficio para la salud: omega-3. Sin embargo, durante esta transformación, ciertos químicos inflamatorios son producidos por el cuerpo, generando así reacciones alérgicas y ataques de asma.
Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Harvard en Estados Unidos, encontró que los niños que consumían mayor cantidad de margarina (como grasa poli insaturada), tenían hasta 40% más de probabilidades de presentar síntomas de asma y otras enfermedades como el eczema, por ejemplo.
Para que sea un beneficio, reduce la cantidad de alimentos altos en grasa en la dieta del pequeño. Entre lo que debe evitar se encuentran las comidas rápidas, dulces horneados y chucherías aceitosas, como las papitas fritas o tostones, por ejemplo.
La comida rápida puede ser económica y conveniente, pero no es una buena opción para alimentar a un niño (sea asmático o no). Los altos contenidos de grasa, sal y azúcar que suelen incluir este tipo de comidas, representan un peligro para la salud.
Al momento de comprar, escoge aquellos alimentos y productos que sean bajos en grasa o, al menos, que no contengan grasas parcialmente hidrogenadas, que suelen ser las más dañinas para los asmáticos.
Los ataques de asma son una molesta afección que impide, a cientos de niños, llevar una vida tranquila y amena. Si puedes ayudarlo, con el simple hecho de modificar sus hábitos alimenticios, entonces bien merece la pena el esfuerzo.
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